La construcción de los hospitales en México nace en un enérgico impulso por parte del Estado para dotar de infraestructura a la creciente población; este impulso ha sido dividido en dos etapas importantes: la primera, que se cimenta en la tecnología extranjera caracterizada por ser unipersonal y la segunda que se constituía a través de los esfuerzos en equipo.
A partir de los años cuarenta nacen las distintas instituciones de salud el país y surge la necesidad de adoptar una tecnología propia puesto que los recursos económicos empezaron a ser insuficientes para crear proyectos a mayor escala. Más tarde se adoptó un proceso de “acierto y error” que se fue afinando hasta conformar lo que ahora conocemos como “El Sistema de Hospitales”, que marcó una etapa importante tanto en la historia de la arquitectura como en la historia de la medicina en México.
Dicho sistema fue el cimiento para la construcción de conjuntos importantes a cargo de la Secretaría de Salubridad y Asistencia tales como el “Centro Médico Nacional Siglo XXI”, inaugurado en mayo de 1963 y proyectado por el Arquitecto Enrique Yáñez. Es considerado uno de los ejemplos más representativos de la arquitectura hospitalaria moderna cuya trascendencia habla de un conjunto de esfuerzos por parte de especialistas de diversas disciplinas, ya que además de exigencias arquitectónicas y de salud, el proyecto fue evolucionando hasta alcanzar una capacidad de 2600 camas, lo que involucraba presiones urbanas en los alrededores que necesitaban ser previstas y atendidas con el fin de satisfacer las necesidades poblacionales.
El conjunto cuenta con trece edificios:
- Hospital General.
- Hospital de Neumología.
- Hospital de Ginobstetricia.
- Hospital de Traumatología.
- Hospital de Analogía.
- Hospital de Pediatría.
- Albergue de convalecientes y pre-hospitalizados.
- Oficinas Generales.
- Laboratorio de Investigación.
- Unidad de Anatomía Patológica.
- Habitaciones y escuela.
- Lavandería general.
- Edificio Congresos Médicos y Biblioteca (Proyectó Arquitecto J. Villagrán García).
Los seis primeros se proyectaron para funcionar autónomamente, por lo que cada uno de ellos se dotó con un laboratorio propio, servicios auxiliares de diagnóstico, servicios generales (a excepción del lavado de ropa) y un acceso independiente para evitar el congestionamiento vial y peatonal. Además, los cuartos de los enfermos fueron estrictamente orientados hacia el sureste asegurando así las óptimas condiciones de acuerdo a la ubicación geográfica de la ciudad.
El conjunto en general responde a un esquema de claustra en el que los edificios principales se desarrollan formando un jardín que constituye el elemento central y que representa un área de encuentro, de descanso y de espera fundamental para los visitantes y el personal del conjunto.
El perímetro del Centro Médico Nacional Siglo XXI es enmarcado con franjas de amortiguamiento tales como barreras vegetales, calles perimetrales y plazas que controlan el contacto con el exterior y regulan la contaminación ambiental y auditiva. El acceso peatonal ─y el más importante─ yace en donde se encuentran la Av. Cuauhtémoc y la Av. Central en donde ahora se encuentra el acceso a la estación Centro Médico del STC Metro. Este remate, además de enfatizar el eje principal de conjunto, alberga los servicios de apoyo tales como farmacia, información, actividades socio-culturales, etc.
Las circulaciones dentro del conjunto se basan en un sistema de plazas elevadas y puentes conectores que comunican sin obstrucciones y a nivel peatonal los distintos espacios. En cuanto a las circulaciones vehiculares se dispuso una calle interna que conjuga todos los hospitales en planta baja así como los estacionamientos para usuarios y visitantes que se encuentran debajo de la plaza elevada. Por otro lado, se logró separar la circulación vehicular del personal médico y administrativo para ganar fluidez y tener un mayor control en los accesos y salidas.
El conjunto presenta un rico manejo de texturas, remetimientos y parteluces además de acabados de concreto aparente con detalles cerámicos que enuncian un discurso funcional y honesto, y cuyas intenciones de diseño además de resaltar el carácter individual de cada edificio logra vincularlos entre sí de manera inherente.
Por último, es crucial resaltar la integración plástica lograda a través de la obra “Por una seguridad social completa y para todos los mexicanos” de David Alfaro Siqueiros en el vestíbulo principal, en donde se traza una declaración de bienestar físico, emocional, espiritual y de desarrollo del intelecto a través de los avances médicos de la época.